Las rosas del desierto son fomaciones de arsenica que cristalizan bajo la superficie en caprichosas formas geométricas. En esta simplicidad, y su relación con el medio que las produce, ha querido hallar Jean Nouvel la fuente de inspiración para en Museo Nacional de Qatar, en el golfo pérsico.
La coherencia, la valentía y la ubicuidad han convertido a Jean Nouvel, autor de célebres edificios como el Instituto del Mundo Árabe de París o la Torre Dentsu de Tokio, en uno de los arquitectos más importantes del periodo contemporáneo.
El autor del edificio para la Fundación Cartier de París, de la Torre Agbar de Barcelona y del polémico Museo Louvre de Abu Dabi, ha diseñado diversos tipos de espacios pero, de entre las múltiples tipologías arquitectónicas que ha abordado, prefiere la de los espacios culturales, ya que en ellos tiene mucho mayores facultades para experimentar y el resultado final, generalmente, simboliza la personalidad e inquietud de las ciudades; este es el caso de su más reciente proyecto: el anexo para el Museo Nacional de Qatar.
El edificio, que será la primera estructura que podrán apreciar los turistas que arriben a Qatar desde el aeropuerto, fue inspirado en dos figuras representativas de las zonas desérticas de Medio Oriente: las rosas del desierto que se forman a partir de la combinación de diversos minerales y los caravasares o albergues que daban reposo y alimento a los viajeros y sus animales, después de una larga jornada.
La volumetría fue resuelta a partir de una estructura polimorfa, conformada por una serie de discos o -pétalos- de diferentes dimensiones y curvaturas que funcionan, según el caso, como paredes, techos, pisos y terrazas; cada uno de estos elementos arquitectónicos, estará construido con un alma de acero, recubierta con concreto armado color arena.
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