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EL CAC MÁLAGA PRESENTA MÁS DE DIEZ AÑOS DE CREACIONES DE LEIRO

El Centro de Arte Contemporáneo de Málaga presenta el próximo 6 de octubre Leiro, título de la muestra comisariada por Fernando Francés. Entre esculturas y dibujos, la exposición reúne más de cuarenta obras del artista gallego más internacional. Francisco Leiro realiza esculturas como una alegoría de la vulnerabilidad y la fragilidad humana. La realidad pasa a ser una ficción más: una construcción de las personas, donde Leiro ejecuta un juego de ambivalencia entre el lenguaje literal y el figurativo. El CAC Málaga muestra sus obras escultóricas realizadas en madera, entre las que podrán verse, alegorías a El Quijote, la estatua de un dios de más de tres metros, figuras antropomorfas o escenas relacionadas con la masacre de Alepo, Siria.

06 de octubre de 2017 al 07 de enero de 2018

“Un tronco de árbol es el fuste del árbol. Es la columna. La columna es un árbol y la columna es un hombre y el hombre es el árbol. La madera es un ser vivo y la hay de colores como los hombres […] y la hay blanda o dura, como los hombres […]”, declaraba Leiro sobre el binomio entre madera-escultura y su relación con el hombre. “Mis esculturas giran en torno al cuerpo humano y generalmente son narrativas. En algunos casos se acercan a las fábulas y narraciones populares. También hago interpretaciones desacralizadas de temas mitológicos o religiosos”.
Para Fernando Francés, Francisco Leiro “es claramente uno de los firmes ejemplos de cuando el arte es compromiso con la vivencia y el pensamiento autobiográfico. Leiro se compromete, se empapa de la realidad, de las masacres, de las injusticias, de los asesinatos, de la desmesurada violencia que existe para trasladarlo a sus esculturas, donde nos encontramos, queriéndolo o no, con la cruda realidad, personas muertas apiladas, inocentes que reciben palizas, trabajadores que recogen restos humanos del suelo, o limpian un desastre causado por los propios hombres”.
Francisco Leiro (Cambados, Pontevedra, 1957) formó parte en la década de los setenta del grupo surrealista Foga, acentuándose en estos momentos en su escultura la mezcla de elementos surrealistas y de una figuración más lánguida que mostraba la parte más sarcástica de la condición humana. En estos años, celebrará su primera exposición individual en la Sociedad Cultural de Cambados en 1975, con tan solo dieciocho años. A comienzos de los 80 participó en la última exposición colectiva de Atlántica. Surgió no como un movimiento, sino como un grupo de personas que pretendían “discutir el país”, y que protagonizaron un cambio de dirección en el arte español.
A finales de los 80 se traslada a Nueva York y su trabajo se dinamiza hacia un cada vez mayor interés en la abstracción de la figura y el cuerpo. En los noventa se producirá una progresiva desaceleración de elementos oníricos, la imaginación se pone al servicio de resultados más formales que efectistas o narrativos y va abriendo el camino hacia los cambios producidos en el 2.000, donde se impone un ritmo más atento a la realidad.
Así, podrán verse en la exposición varias obras de temática social, tratando las guerras, desastres o la violencia, entre otros. Para Leiro el arte es un compromiso con la vivencia y el pensamiento autobiográfico. La obra Réquiem, 2005, es una de las más antiguas y comprometidas de la exposición. Al observar la obra, las dos figuras de pie, ataviadas con ropas de marisqueadores, guantes, botas, maletas y mascarillas, parecen estar escuchando Lacrimosa de La Misa de Réquiem en re menor, K. 626, de Amadeus Mozart. En esta obra, convive la Historia del arte y un matiz contemporáneo, ya que las figuras tienen como telón de fondo la fotografía de agencia ampliada de una fuga tóxica en China. Las dos esculturas de pie, con una composición muy geométrica, parecen las siluetas de El Angelus, 1857-1859 de Jean F. Millet orando a la hora del ángelus, al amanecer. Con gesto solemne, estos marisqueadores recogen restos que no se aprecian de un desastre, de cualquier fuga química o de gasoil, de todas y de ninguna a la vez.
En Operario, 2009, impera la geometría, la figura se agacha para recoger restos que podrían ser humanos, esta obra es posterior a la Masacre de Gaza. Leiro busca exaltar a héroe al ser humano corriente, mientras realiza una exploración yuxtaponiendo formas figurativas con estructuras abstractas tanto en la capucha de este operario como en el tratamiento de los impermeables de las esculturas de Réquiem, 2005.
Otra obra relacionada con la masacre, es la de Alepo 2, 2016, donde Leiro ha realizado una composición piramidal, para conseguir un efecto de apilamiento del cuerpo de las personas asesinadas en el conflicto sirio. En esta ocasión Leiro ha aplicado una leve pátina blanquecina a las personas fallecidas. Los cuerpos cubiertos de polvo parecen haberse retorcido de dolor, emitiendo un grito desgarrador previo al silencio eterno.
Otra obra en la que se aprecia violencia o la consecuencia de la misma, es Don Quijote apaleado por unos arrieros, 2005. En ella, sobre un suelo inestable, tres figuras levantan palos con los que están dando una paliza a la figura central, el Quijote, blanca, inocente, incomprendida. Entre los eventos destinados a conmemorar el cuarto centenario del Quijote en el 2005, se realizó una exposición en el Museo Reina Sofía  “Las tres dimensiones de El Quijote. El Quijote y el arte español contemporáneo” Leiro realizó esta obra especialmente para este evento. En el CAPÍTULO XV, de El Quijote “Donde se cuenta la desgraciada aventura que se topó don Quijote en topar con unos desalmados yangüeses”. En él, El Quijote quiere vengar la paliza que unos gallegos propinan a Rocinante, entre él y Sancho, estando en clara desventaja, hecho que no le importará ya que él “vale por cien”. Esta obra muestra la violencia desmesurada e innecesaria. La temática quijotesca continuaba en su trabajo, así que, unos años después rescató los bocetos que dibujó sobre El Quijote y realizó Busto parlante, 2016. Esta obra, la única que incluye una arquitectura, está planteada a modo de teatro, dividiéndose en dos partes, con varias figuras de diferente color en sus dos niveles. Leiro se centró en el CAPÍTULO LXII, “Que trata de la aventura de la cabeza encantada, con otras niñerías que no pueden dejar de contarse”.
También se exponen dos grupos escultóricos relacionados con la Divina Comedia, 1472 de Dante Alighieri. Por un lado, Supervisor y tres acarreadores, 2013, en el que tres figuras cargan con piedras muy pesadas y otro, con la postura de haberlas cargado previamente, parece dirigirles. En “Las siete gradas del Purgatorio”, en la primera, se sitúa La Soberbia, allí se encuentran las almas de los orgullosos, quienes han sido doblados por el peso de enormes piedras en sus espaldas. Estilísticamente son esculturas que se adecuan a la perfección del Purgatorio: la tensión anatómica, el retorcimiento del cuerpo como expresión de un estado psicológico, conseguido gracias al tratamiento de Leiro a la madera de pino. Hombres que cargan piedras, ánimas que cargan pesares, siempre en medio de la incertidumbre. La figura del supervisor tiene una posición jerárquica respecto a los demás. Lleva una doble carga: en su posición y en el compromiso de su cargo esa responsabilidad se manifiesta en la tensión que transmite.
Por otro, los tres Aluguer, que cargan con el peso de lo que parece ser la figura de una persona. Es un juego o truco, ya que por la horizontalidad que presenta la obra no se sabe quien sujeta a quién, los pies conectan el cielo con la tierra. Ya no carga piedras, algo que podría interpretarse como su propia alma. Aluguer 1, 2013 parece la evolución formal de las tres obras, van definiéndose, de menos rasgos a más detallada, de la ausencia del color a los detalles coloridos, del sueño borroso a lo real.
Forman parte también de la exposición, una serie de esculturas más surrealistas, antropomorfas. Madama, 2015, Cronos, 2013, Ponte, 2016, Moscón, 2015 y Mosquita, 2016, en estas, las figuras humanas se confunden con muebles, de una forma muy surrealista Leiro crea un miriñaque del siglo XVIII a Madama, 2015 gracias a una mesa, o una pierna a Cronos, 2013 con la figura de uno de sus hijos. Leiro lleva al límite sus esculturas, a la tensión del movimiento en sus cuerpos, pareciendo algunas desmayarse. El gallego, como si de un fotograma de una película se tratase, capta ese momento fugaz antes de que sus figuras pierdan el conocimiento.  Como ocurre en Ponte, 2016, donde la ligereza con la que el artista ha tratado la madera parece conseguir que esta escultura levite por si sola.
Además, también relacionadas con el antropomorfismo se exponen Patas arriba verde, 2016 o Patas arriba negra, 2016 en las que medio cuerpo son una palmera, como los tambores de las columnas clásicas, y con los pies hacen el pino, siendo solo una parte de su cuerpo, su tronco, el tronco literal de una palmera, y como hojas, los pies agitados de las figuras.
Otras esculturas acompañadas de muebles que podrán verse en la exposición son Calafateador, 2010, Mudanza, 2010 y Exposed, 2011. En Calafateador, 2010, una figura sedente y tranquila, parece estar esperando, o simplemente dejando el tiempo pasar. No se aprecia su rostro, Leiro no ha querido apartar el pelo de su cara, y darle un matiz de misterio, no le interesan sus facciones. Es un “calafeteador”, el responsable de cerrar las junturas de las maderas de las naves con estopa y brea para que no entre el agua, por eso sus manos están negras de trabajar. Mudanza, 2010, muestra una figura con ropa colgada sobre él y que lleva un taburete o mesita, se asemeja al dios peruano Ekeko, dios de la abundancia, fecundidad y alegría. A este dios se le cuelgan diferentes ofrendas según lo que la persona quiera ver cumplido o enmendar. En Exposed, 2011 una figura masculina parece atarse los cordones sobre un taburete con la mirada perdida. El elemento más curioso de esta obra, son las diversas mascaras que tiene colgadas, una sobre un hombro y la otra sobre la cabeza, pero no puestas sobre su cara. Trata la vulnerabilidad y la fragilidad, desde un punto cómico, en el que una persona se ata los cordones y queda expuesto e indefenso.
La tradición gallega siempre ha estado muy ligada a la muerte, tienen su propio culto, la viven con naturalidad. Hay procesiones de ataúdes, donde se encierran personas para celebrar la vida. Es así, que entre las obras de mayor tamaño se encuentra Lugh, 2010, una escultura de más de 3 metros de largo, que impresiona solo por su altura, ya que se encuentra tumbada dentro de un féretro transparente, mostrando toda su majestuosidad como el dios celta Lugh. En su pecho clavado, tiene una herida, a sus pies una maza y un puntero, que además de ser un guiño masónico, está relacionado con el mundo de los gremios. Parece un dios momificado, sus tres cabezas, están relacionadas con la triada, la trinidad y al dios romano Jano. Con Leiro, la grandeza miguelangelesca del non finito llega a su máxima expresión. La obra del artista siempre propone varias interpretaciones, incluyendo elementos que le suman extrañeza, dejando al espectador la responsabilidad de concluir la obra. También relacionado con los gremios, la muerte y los ataúdes, se encuentra Box, 2011, en la que dos obreros, con sus martillos parece que estén terminando de cerrar una caja sobre la que están apoyados, una caja que oculta un secreto. De menor tamaño y cada uno con su ataúd-caja son los Lázaros, un total de quince figuras parecen probar de todas las formas y con todas las posturas como entrar o salir del pequeño ataúd. Solo uno de ellos, igual que ocurre en Box, 2011, martillea una de las esquinas para terminar de cerrar la caja.
Otras obras singulares, esta vez colgadas en la pared, son las celosías que forman parte de la exposición. En Molotov Cocktail, 2011, se aprecia una notable violencia y movimiento, menos naturalista en su forma, con sus brazos como dos diagonales tensadas. Soñando la plaza roja, 2011, esconde una referencia irónica al espíritu soviético. Muestra una figura que parece bailar con la hoz y el martillo como zapatos. La plaza Roja de Santiago es el lugar de la ciudad natal de Leiro en el que se desarrollan todas las manifestaciones. El diseño escogido para esta escena parece tener ecos de la coreografía de Diáguilev y del vestuario que artistas como Goncharova y Lariónov creaban para sus ballets. Acompañan también a la exposición una serie dibujos realizados en su mayoría en este año 2017, preparatorios para futuros trabajos escultóricos.
Entre las exposiciones de Francisco Leiro (Cambados, Pontevedra, 1957) cabe destacar: Francisco Leiro. Human Resources, Marlborough Gallery, Nueva York, EE.UU., 2013; Retaule, Palau de la Música Catalana, Barcelona (2008); Wit & Whimsy, Marlborough Gallery, Nueva York, EE.UU. 2007; Diálogos de Silencio, Dag Hammarskjold Plaza, Instituto Cervantes, Nueva York, EE.UU., 2005; Francisco Leiro, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Palacio de Cristal, Madrid, 2004; Francisco Leiro. Museo de Arte Moderna da Bahía, 2004; Francisco Leiro. Marlborough Chelsea, Nueva York, EE.UU., 1997. Su obra está presente en colecciones de todo el mundo: Akron Art Museum, Ohio, EE.UU., Centro Gallego de Arte Contemporáneo, Santiago de Compostela, Colección Fundación La Caixa, Barcelona, Museo de Arte Contemporáneo, Barcelona, Museo de Arte Contemporáneo Patio Herreriano, Valladolid o el Museo Marugame Hirai, Kagawe, Japón.  También ha participado en las ferias de ARCO, a la que asiste desde 1986 todos los años), Art Basilea y FIAC de París.
Descargue la hoja de sala en español e inglés aquí.
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THE CAC MÁLAGA PRESENTS MORE THAN TEN YEARS OF CREATIONS BY LEIRO

The Centro de Arte Contemporáneo de Málaga proudly presents Leiro, curated by Fernando Francés. Opening on 6 October, the show features more than 40 works, including sculptures and drawings, by Galicia’s most internationally acclaimed artist. Franscisco Leiro makes his sculptures as an allegory of vulnerability and human fragility. Reality is just one more fiction, a human construct where Leiro plays with the ambivalence between literal and figurative language. The CAC Málaga will exhibit a selection of his wood sculptures, including allegories of Don Quixote, the statue of a god more than three metres long, anthropomorphic figures and scenes related to the massacre in Aleppo, Syria.

6 October 2017 – 7 January 2018

“The trunk of a tree is its shaft. Its column. The column is a tree and the column is a man and the man is the tree. Wood is a living being and comes in different colours like men [….] and it can be soft or hard, like men […],” says Leiro about the binomial wood-sculpture and its relationship with men. “My sculptures revolve around the human body and are usually narratives. In certain cases they are inspired by fables and folk tales. I also create my own desacralised versions of mythological and religious themes.”
For Fernando Francés, Francisco Leiro “is undoubtedly one of the finest examples of how art can be synonymous with a commitment to life experience and autobiographical thought. Today’s society has adopted a passive, indifferent and egotistical position towards the misfortunes and miseries that occur across the globe. Leiro adopts a committed stance. He immerses himself in the reality of massacres, injustices, murders and rampant violence and imprints them on his sculptures where, whether we like it or not, we come face to face with the crude reality, with piles of dead people, innocent people who are beaten, workers who sweep away human remains from the ground or clean up after a disaster caused by humanity”.
In the 1970s Francisco Leiro (Cambados, Pontevedra, 1957) was a member of the surrealist group Foga, and the sculptures from that period are characterised by a mixture of surrealist elements and a more languid figuration that highlight the more sarcastic side of the human condition. He held his first solo show in 1975, when he was just 18 years old, at the Cultural Society in Cambados. At the beginning of the 1980s he took part in the last exhibition organised by Atlántica, a collective that emerged not as a movement but as a group of people who wanted to “discuss the country” and were instrumental in changing the direction of Spanish art.
At the end of that decade Leiro moved to New York and his work became more dynamic, evidencing an increasing interest in the abstraction of the figure and the body. In the 1990s he gradually abandoned dreamlike elements, focusing his imagination on more formal results rather than dramatic, narrative effects and laying the foundations for the changes that occurred in 2000 with the shift towards a rhythm more in tune with reality.
The exhibition features several works that deal with social issues like war, disaster and violence. For Leiro, art is a commitment to life experience and autobiographical thought. Réquiem, 2005, is one of the earliest and most committed works in the show. The two standing figures donned in shellfishermen’s gear, including gloves, boots, cases and masks, appear to be listening to Lacrimosa from Wolfgang Amadeus Mozart’s Requiem Mass in D minor, K.626. In this work, art history is imbued with a contemporary note because we see the figures against the backdrop of an enlarged press agency photograph of a toxic leak in China. The markedly geometric composition of the two standing characters recalls the figures in Jean F. Millet’s Angelus, 1857-1859, praying after the early morning bell. With their solemn gestures, these shellfishermen gather up remains that we cannot see from a disaster, from some chemical or oil spill, from all and none of them at the same time.
In Operario [Operative] 2009, the dominant note is geometry. The figure bends down to gather up remains that could be human—this work was made after the Gaza massacre. Leiro’s intention is to elevate the ordinary human being to hero status, juxtaposing figurative forms with abstract structures both on the operative’s hood and in the treatment of the waterproofs on the sculptures in Réquiem, 2005.
Another work related to a massacre is Alepo 2 [Aleppo 2], 2016, in which Leiro has created a pyramidal composition to achieve the effect of a pile of bodies, people murdered in the Syrian conflict. On this occasion, he has applied a light whitish-coloured patina to the corpses. The dust-covered bodies appear to be twisted in pain, issuing a heart-rending cry before eternal silence falls.
Another work that references violence or its consequence is Don Quijote apaleado por unos arrieros [Don Quixote Beaten by Mule Drivers], 2005. On unstable ground, three figures wield the sticks they are using to strike the central figure, Don Quixote, white, innocent, misunderstood. As part of the celebrations held in 2005 to commemorate the fourth centenary of the publication of Don Quixote, the Museo Reina Sofía hosted an exhibition entitled Las tres dimensiones del Quijote. El Quijote y el arte español contemporáneo and Leiro made this work specially for the event. In CHAPTER XV of the novel, “Giving an account of Don Quixote’s unfortunate encounter with certain bloody-minded and wicked yanguesian carriers”, Don Quixote wants to avenge his horse Rocinante, which a group of Galicians have knocked to the ground. He and Sancho are at a clear disadvantage, but it doesn’t matter, because the squire “is equal to one hundred men”. This work examines disproportionate and unnecessary violence. Quixote became a recurring theme in Leiro’s work and a few years later he used of a series of sketches he had made about the novel to create Busto parlante [Talking Bust], 2016. This work, the only one that includes an architectural structure, is conceived as a theatre and is divided into two parts with several figures on both levels. It is inspired by CHAPTER LXII, “Which deals with the adventure of the enchanted head, together with other trivial matters which cannot be left untold”.
The show also features two sculptural groups associated with Dante Alighieri’s Divine Comedy, 1472. Supervisor y tres acarreadores [Supervisor and Three Porters], 2013, comprises three figures carrying heavy boulders while another figure, in the posture of having been carrying them himself, appears to give them instructions. In Dante’s “seven terraces of Purgatory”, the first one is Pride, where we find the souls of the proud, whose backs are arched by the weight of the boulders they carry. The style of the sculptures is a perfect reflection of Purgatory: the anatomical tension, the twisted bodies expressing a psychological state; men bearing rocks, souls bearing sorrows, always in the midst of uncertainty. The supervisor figure adopts a hierarchical position with respect to the other figures. He bears a double burden—in his position and in the commitment he has undertaken—and that responsibility is manifested in the tension he conveys.
In the other sculptural group, the three Aluguer [Rent] carry the weight of what appears to be the figure of another person. It is a game or trick because the horizontal nature of the work makes it impossible to determine who is holding whom, the feet connect the sky to the ground. Boulders are no longer being carried, suggesting that the burden may be their own soul. Aluguer 1, 2013, shows the formal evolution of the three pieces, which gradually acquire a sharper definition, from few identifying characteristics to more detailed features, from the absence of colour to colourful details, from hazy dream to reality.
The exhibition also features a series of more surrealist, anthropomorphic sculptures: Madama [Madame], 2015, Cronos [Cronus], 2013, Ponte [Bridge] 2016, Moscón [Bluebottle], 2015 and Mosquita [Mosquito], 2016. In these works, the human figures blend surrealistically into the furniture. The artist creates an 18th-century crinoline for Madama, 2015 using a table, and he makes leg for Cronos, 2013 from the figure of one of his sons. Leiro takes his sculptures to the limit, to the tension of the movement in their bodies, so that some of them seem to swoon. As if it were a cinematic frame, the Galician manages to capture that fleeting moment before his figures lose consciousness. There is a marked anatomical tension in his works, while the twisted posture of the body expresses a psychological state, as we see in Ponte, 2016.
Other works related to anthropomorphism are Patas arriba verde [Upside-Down Green], 2016 and Patas arriba negra [Upside-Down Black], 2016, in which half of the body is a palm tree performing a handstand. The body’s torso is literally the torso or trunk of a palm tree, while the figure’s agitated feet are the leaves.
Calafateador [Caulker], 2010, Mudanza [Removal], 2010 and Exposed, 2011 are also accompanied by items of furniture. In Calafateador, 2010, a seated figure seems to be calmly waiting, or simply letting time slip by. We can’t make out the face; Leiro is not interested in that aspect and has let the figure’s hair fall over it, creating an aura of mystery. The only thing we know about this character is his profession: he is a “caulker”, the person whose job it is to seal the seams between wooden planks with hessian and tar to make the ship watertight.  Mudanza, 2010, shows a figure whose clothes hang over him as he carries a stool or little table. He recalls Ekeko, the Peruvian god of plenty, fertility and happiness on which people hang different types of offerings according to what they wish for or want to remedy. In Exposed, 2011, a male figure fastens his shoelaces on a stool as he stares into the distance. The most curious aspect of this work are the masks, one on his shoulder and one on his head, neither over this face. Leiro addresses vulnerability and fragility from a comical perspective, in which a person fastening their shoelaces is exposed, defenceless.
Galician tradition has always been very tied up with death. The people of this region have their own cult of death, experiencing it in a very natural way. There are processions of coffins with people inside them to celebrate life. One of Leiro’s largest works is Lugh, 2010, an imposing sculpture more than three metres long that reclines inside a glass casket in majestic stateliness for the Celtic god Lugh. At its feet are a mallet and a strut, a masonic reference but also an allusion to the world of trades. The figure looks like a mummified god, its three heads recalling the triad, trinity, and the Roman god Janus. The figure’s wounded chest lends that strange quality that defines all of Leiro’s work. Also related to trades, death and coffins is Box, 2011, in which two workers hammer down the lid of a box on which they lean, a box that contains a secret. Smaller and each with their coffin are the Lázaros [Lazaruses], fifteen figures that seem to test every shape and posture for getting into and out of a little coffin. One of the figures hammers down the corners of the lid to seal the coffin, recalling the action of the figures in Box, 2011.
Other smaller works are the lattice-windows that form part of the exhibition. Molotov Cocktail, 2011, evidences a clear violence and movement and the form is less naturalistic, with the arms as two tightly stretched diagonal lines. Dreaming the Red Square, 2011, is an ironic reference to the Soviet spirit. It shows a figure that appears to be dancing with the hammer and sickle as shoes. Plaza Roja [Red Square] in Santiago is the place in Leiro’s hometown where rallies are usually held. The design chosen for this setting echoes Diaghilev’s choreography and the costumes which artists like Goncharova and Larionov created for his ballets. The exhibition also includes a series of drawings, mainly studies made this year, 2017, for future sculptures.
Exhibitions of work by Francisco Leiro (Cambados, Pontevedra, 1957) include the following: Francisco Leiro. Human Resources, Marlborough Gallery, NewYork, USA, 2013; Retaule, Palau de la Música Catalana, Barcelona (2008); Wit & Whimsy, Marlborough Gallery, New York, USA, 2007; Diálogos de Silencio, Dag Hammarskjold Plaza, Instituto Cervantes, New York, USA, 2005; Francisco Leiro, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Palacio de Cristal, Madrid, 2004; Francisco Leiro, Museo de Arte Moderna da Bahía, Brazil, 2004; and Francisco Leiro, Marlborough Chelsea, New York, USA, 1997. His work can be found in collections around the globe: Akron Art Museum, Ohio, USA; Centro Galego de Arte Contemporáneo, Santiago de Compostela; Col·lecció Fundació “La Caixa, Barcelona; Museu d’Art Contemporani de Barcelona; Museo de Arte Contemporáneo Patio Herreriano, Valladolid; and  Marugame Hirai Art Museum, Kagawa, Japan.  He has also taken part in festivals such as the contemporary art fair ARCOMadrid (he has contributed work every year since 1986), Art Basel and the international contemporary art fair FIAC in Paris.
Download the english and spanish information sheet here.
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