Pintar los 70

Gordillo, Alcolea, Villalta, Franco, Cobo, Quejido, Molero…

Hasta el 16 de Mayo de 2010.
La Nueva Figuración pictórica que protagonizó la batalla por la defensa de la pintura frente al arte Conceptual, los años de la Transición española, la Movida madrileña, la vuelta de la pintura en los años ochenta,… se recoge en la exposición que ahora se presenta en Sevilla, y que ya se pudo ver el verano pasado en Madrid y recientemente en Barcelona. Gordillo, Alcolea, Villalta, Franco, Cobo, Quejido, Molero,… son hoy pintores de referencia en el arte español. Ahora, casi 30 años después, podemos hacer una revisión de los orígenes de una aventura que marcó una época.

Han pasado más de 30 años y les ha llegado el turno a los años setenta. Un periodo difícil que había quedado postergado a pesar de su relevancia. Recordemos que durante esta época se fraguó el actual maestring del arte español. Han cambiado mucho las cosas y ahora son los artistas conceptuales los que ganan la partida, pero todos continúan negando su suerte. Hagamos un poco de historia.
Fueron los años 70 los años en los que se inició el viaje -que Marchán denominó tan exitosamente- del arte objetual al arte del concepto. Pero en aquella ocasión quedó, al menos en España, en un ensayo. El país no estaba preparado para un giro tan radical, del informalismo a la idea, y la pintura tuvo su ¿última? oportunidad. La aventura de la nueva pintura que se inició en la galería Amadís bajo la dirección de Juan Antonio Aguirre. Tuvo que esperar una década para lograr el éxito, cuando confluyeron con la vuelta de la pintura que proclamaban la Transvanguardia y los Nuevos Salvajes alemanes. En España esta tendencia internacional la protagonizó La generación del entusiasmo, de la que ahora se ocupa la Fundación Chirivella Soriano en una estupenda exposición que se puede ver estos días en Valencia.
Pero volvamos al inicio. EL MNCARS celebró el año pasado dos exposiciones que se complementan y dibujan el inicio de la década de los años setenta en España. De una banda Encuentros de Pamplona 1972: Fin de la fiesta del arte experimental, como vemos la alegría duró poco. Los nuevos comportamientos artísticos que se agruparon bajo la denominación de arte conceptual se desvanecieron después de la disolución de los catalanes Grup de Treball, en los años de la Transición española. Frente a esta posición encontramos la otra banda, protagonista de la segunda exposición organizada por el museo -que ahora se puede visitar en el CAAC de Sevilla hasta mediados de mayo- Los esquizos de Madrid. Figuración madrileña de los 70.
Carlos Alcolea, Carlos Franco, Rafael Pérez-Mínguez y Guillermo Pérez Villalta serán los primeros pintores, que siguiendo el camino abierto por Luis Gordillo, deciden apostar por una tercera vía ni continuista ni de tendencia, seguir su propio camino. Querían romper con el Informalismo decadente y con el odioso Pop politizado español, pero no querían abandonar la pintura en favor de la idea. Apostaron por integrar el concepto en el cuadro y de esa manera devolver al objeto su papel. Conectarlo de nuevo con la tradición pictórica occidental oxigenándolo con las vanguardias del siglo XX.
La exposición esta basada en una idea del desaparecido Quico Rivas que han logrado sacar adelante María Escribano, Iván López Munuera y Juan Pablo Wert, como comisarios. En el texto de presentación de lo que Rivas denominó Ensayo General, en la galería Nelson de Grazalema, dibujaba las líneas maestras del proyecto. En el rotundo catálogo editado para la ocasión, se acomete un trabajo de conceptualización sobre el fenómeno que aún estaba pendiente -entre los primeros intentos recordemos la tesis doctoral de Jaime de Alido Codina publicada en 1987- y los resultados van más allá de lo que se anunciaba en la previa. Las lecturas personales de los comisarios abarcan un amplio espectro que va desde el análisis histórico a visiones más polémicas. Unas teorías que han desatado el reproche de críticos menos afines, como es el caso de Juan Albarrán en la revista Brumaria. Sus recriminaciones denuncian los intentos de repolitización de una actitud que nunca lo fue, la presentación de esta actitud como contracultural o como revulsivo contrahegemónico y, sobre todo, el aire de victimismo que se desprende de la lectura del catálogo. Todas estas ideas nos parecen sin embargo coherentes y posibles, pero para ello quizá sea necesaría una visión sin los prejuicios que demuestra el crítico de Brumaria.
La polémica, de hecho, nunca ha abandonado a estos pintores. Los críticos Juan Manuel Bonet, Ángel González y Quico Rivas iniciaron la defensa de esta pintura con un ataque de gran violencia y alcance. El arte de los 60, los conceptuales y los críticos Tomás Llorens y Bozal fueron sus principales objetivos de las diatribas de sus textos, como podemos leer en el mítico manifiesto de la exposición 1980. Esta exposición junto a Madrid D. F son un referente indiscutible del arte de aquellos años, tanto por la calidad de las apuestas como por la repercusión de su batalla.
La exposición se abre de modo manifestario con obras de Giorgio De Chirico y de Marcel Duchamp, dos extremos de las lecturas que sin cronología ni estilos hicieron de la historia del arte, todo fue objeto de su voraz apetito. De la alta a la baja cultura, como les había mostrado el Pop inglés, Hockney y Kitaj o el americano de Rosenquist.
Al grupo de pintores inicial se unieran Chema Cobo, Manolo Quejido y Herminio Molero, formando un núcleo unido por estrechas relaciones de amistad e intereses comunes, con la movida madrileña como telón de fondo. La galería Buades, desde su inauguración en 1973, fue su cuartel general donde ponían en practica las estrategias elaboradas principalmente en el estudio de uno se sus miembros, el arquitecto Javier Utray. La obra de todos ellos esta representada con piezas ejemplares, revisando concienzudamente la producción de aquella década. El cuadro seleccionado que puede simbolizar el espíritu de la Nueva Figuración madrileña es el Grupo de personas en un atrio o alegoría del Arte y la Vida o del Presente y el Futuro, un retrato generacional en el que Villalta convocó a todos los actores de esta historia, allá por 1976.
Con los ochenta llegó el triunfo de la pintura como tendencia internacional, y fueron muchos los artistas que se sumaron a la nómina de pintores españoles. Es entonces cuando los intereses de los pintores figurativos inician caminos individuales, y sus carreras los posesionan en la historia del arte español. Pero eso ya es otra historia.
En la muestra se recoge de manera desigual un epílogo: la llamada segunda generación, que está representada por Martín Begué, Carlos Forns Bada y Jaime Aledo. Artistas que iniciaron sus carreras a finales de los años 70 y que tienen como referentes a los pioneros.
1985 se baraja como año término, pero igual que 1980 no empieza en 1980 -como muy bien señala Valeriano Bozal-, la Nueva Figuración sigue en activo. Podemos seguir el rastro de una estela que desde los primeros años 70 llega hasta nuestros días, ya que no solo ellos siguen en activo defendiendo los principios generadores, sino que se les han sumado en diferentes oleadas nuevos miembros. Señalemos, por ejemplo, la reivindicación que de ellos hicieron como predecesores en su línea de trabajo los pintores neometafísicos en los años 90.

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