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EL CAC MÁLAGA PRESENTA LA PRIMERA GRAN EXPOSICIÓN INDIVIDUAL DE
MARC QUINN EN ESPAÑA
El Centro de Arte Contemporáneo de Málaga presenta la primera gran exposición individual en un museo español de Marc Quinn. Violence and Serenity es una exposición comisariada por Fernando Francés en la que se podrán ver 48 obras nuevas y recientes, algunas de ellos concebidas expresamente para la exposición en el CAC Málaga. Marc Quinn sigue investigando sobre algunos de los temas fundamentales de la actualidad. El artista se dio a conocer como uno de los componentes de los Young British Artists (YBA’s) y uno de los artistas más importantes de su generación. Sus esculturas, tapices, instalaciones y pinturas reflejan términos antagónicos y exploran la relación del arte y ciencia, el cuerpo humano y la percepción de belleza, la muerte y el origen de la vida. Su trabajo se caracteriza por emplear una gran variedad de materiales y técnicas. Marc Quinn vive y trabaja en Londres. En esta exposición colabora el British Council.
Del 12 de septiembre al 30 de noviembre de 2014
Marc Quinn comenzó a tener notoriedad internacional en la década de 1990, cuando produjo algunas de sus obras más emblemáticas, como Self (1991), un autorretrato escultórico realizado con su propia sangre, e Incarnate (1996), que se podrá ver en esta exposición. Desde entonces, sus obras combinan el uso sin concesiones de diferentes materiales con el rigor conceptual para enfrentarse de lleno a la mortalidad biológica del ser humano, la decadencia del mundo natural y el poder dominante del deseo humano.
Para Fernando Francés, director del CAC Málaga: “El curso natural de la vida y los avances científicos concebidos para evitar la destrucción y la muerte se enfrentan en la obra de Marc Quinn, su trabajo refleja precisamente aquello que la realidad no quiere mostrar. Los conflictos bélicos que se suceden en gran parte del mundo están muy presentes en sus últimas series (…) La belleza en la muerte y la violencia, las representaciones de cuerpos y seres vivos imposibles de encontrar en un estado natural, presentándose como nunca antes lo han hecho ante el ojo humano, retratos realizados a partir del ADN, en definitiva, su trabajo es una invitación a retar continuamente los principios y pilares del conocimiento humano. El espectador se adentra en un laboratorio en el que sucumbe la ciencia ante el arte y la muerte ante la belleza eterna”.
Esta exposición girará en torno a un nuevo conjunto de obras titulado The Toxic Sublime: paisajes distorsionados que desdibujan los límites entre la pintura y la escultura. En ellas, Quinn emplea un método de trabajo contradictorio: aplica la imagen de un amanecer hermoso sobre una lámina de aluminio, y la somete a un proceso de desintegración, alteración y decadencia «tóxicas» mediante una capa de pintura pulverizada que más tarde lija de forma repetida. Durante este largo proceso, Quinn añade a su composición elementos del mundo urbano «real», como cadenas o tapas de alcantarilla, que coloca bajo la obra durante el lijado para que sus contornos sobresalgan en la imagen. Además, amplifica los agujeros, las líneas y las estrías de la superficie de la obra mediante un proceso de curvado y plegado del aluminio. Como resultado, las pinturas mantienen los elementos de un paisaje terrestre o marítimo, y, sin embargo, poseen la presencia física de la escultura.
En las series The Creation of History e History Painting, formada por óleos sobre lienzo y tapices Jacquard, Quinn retorna a una forma de arte antigua: la pintura de historia. Sin embargo, la trae directamente hasta el presente, pero centrada en la manera en la que las personas responden de forma subjetiva ante los eventos contemporáneos y al modo en el que se crea la memoria colectiva teniendo en cuenta el pasado histórico. En estas obras, Quinn selecciona imágenes conocidas de conflictos recientes tomadas de los medios —alborotadores enmascarados en Estambul, manifestantes en Río de Janeiro y participantes en las protestas contra las medidas de austeridad en Grecia— y las vuelve a pintar en lienzos de gran formato. El artista pone el foco en los individuos y los singulariza con salpicaduras de color que, al mismo tiempo, velan y agudizan la tensión de cada imagen. De alguna manera, las obras reflexionan sobre la naturaleza invasora e indiscreta de los medios, pero siguen siendo, no obstante, retratos íntimos de personas que se encuentran activamente atrapadas en la historia. Los tapices de Quinn —casi manifestaciones literales de la noción de historia entendida como el entrelazamiento de diferentes hilos o historias, y versiones analógicas actuales de las imágenes pixeladas de los medios— dan continuidad a esta idea.
En las pinturas de la serie Labyrinth y en las obras de iris, el artista reflexiona sobre las ideas de identidad y control, agresión y rendición. En Labyrinth Painting (MQ 300 CR) (2012) incorpora una forma de identificación —la huella dactilar— en óleos ovalados monocromáticos que poseen una superficie escultórica. En las pinturas y esculturas de iris se puede ver un iris humano que se transforma en un mapa microscópico de la identidad del individuo. Estas series apuntan al poder enigmático del «gran hermano», o lo que el artista ha descrito como una «visión mediática paranoica durante las 24 horas»: el intento de controlar el movimiento y la libertad individuales en un mundo incontrolable.
Quinn continúa con el tema de la cartografía en la obra Towards a New Geography (Orebody) (2014), que presenta un mundo cuyo mapa es una simple metáfora de algo que fluye y evoluciona constantemente. Esta obra realizada en óleo sobre lienzo representa un mapamundi mudo sobre un fondo negro, oculto por salpicaduras de pintura que, a su vez, crean nuevas formas en las configuraciones reconocibles de la masa terrestre. Estas nuevas zonas geográficas, que están pintadas con óleo negro pero son similares a manchas de petróleo, sugieren tímidamente los efectos del cambio geopolítico que se está produciendo por efecto de las fuerzas económicas y políticas, que determinan —y reducen— caprichosamente el mundo natural.
La obra Self Portrait after Zurbarán (The Shadow) (2014) forma parte de una serie de pinturas al óleo sobre lienzo en las que el artista se representa a sí mismo con diversos atuendos urbanos, tanto con sus propios ojos como con los ojos de otros. Estos autorretratos cuestionan el modo en que ciertas elecciones de vestuario y ciertos «uniformes» de la cultura urbana suscitan respuestas inmediatas en la mente del espectador, puesto que convierten al modelo en un «estereotipo» reconocible, con independencia de quién sea realmente la persona. Del mismo modo, la reciente serie de esculturas de hormigón de Quinn, de la que forman parte Id (2012),Zombie Boy (City) (2011) y The Beauty of Healing (2014), representa a personajes contemporáneos antisistema, como alborotadores enmascarados, encapuchados o nómadas tatuados. En Life Breathes the Breath (Inspiration) (2012), Quinn se representa como una figura semejante a la imagen de un Buda, sentado en el suelo con las piernas cruzadas, vestido con atuendos propios de la juventud urbana —vaqueros, sudadera con capucha y gorra— contemplando una calavera, como si estuviese mirando directamente al abismo de su propia mortalidad.
Las ideas de mortalidad, carne y muerte, así como la cuestión de la naturaleza muerta como memento mori, tienen continuidad tanto en la serie Flesh Painting como en las nuevas esculturas talladas a partir de distintos tipos de piedras preciosas. Las «pinturas de carne» apuntan a uno de los temas más recurrentes de Quinn: la dependencia del individuo de la naturaleza y de la propia mortalidad, y la relación con ellas. En estas obras, la carne de animal está pintada en primer plano, creando obras puramente abstractas que enfatizan la belleza de la naturaleza al mismo tiempo que confrontan al espectador con sus propios temores y la repulsión hacia la muerte.
De un modo similar, en The Invention of Carving (2013), una escultura de un jamón serrano de un tamaño mayor de lo normal tallada en ónice rosa e inspirada en las esculturas de carne de la dinastía Ching (1644-1911), Quinn aúna la idea de nuestro apetito por los alimentos con nuestro apetito por el arte, cuestionando tanto su evolución como su correlación.
En Stealth Desire (Etymology) (2013) y The Architecture of Life (2013), Quinn también utiliza las formas de ready-mades naturales que modifica por medio de la tecnología tridimensional. The Architecture of Life adopta una de las formas escultóricas naturales preexistentes más perfectas, la concha, que Quinn ha ampliado y fundido en bronce. El interior de la escultura está muy pulido, y sus profundidades reflectantes contrastan con los anillos en relieve exteriores que representan su edad natural, sincronizando el pasado y el presente en una forma única.
Marc Quinn nació en Londres en 1964. Estudió Historia del Arte en el Robinson College en Cambrigde. Trabajó como asistente para el escultor Barry Flanagan. Empezó a darse a conocer en la década de los 90. En la actualidad, Marc Quinn es uno de los artistas más importantes de su generación. Su trabajo explora la relación entre arte y ciencia, el cuerpo humano y la percepción de la belleza, entre otros temas. En 1991 Marc Quinn saltó a la fama con su escultura Self (1991) realizada a partir de un molde de su cabeza hecho con su propia sangre congelada.
Recientemente ha expuesto en ARTER, Space of Art de Estambul (2014); en el White Cube de Hong Kong, 2013; en la Fondazione Georgio Cini (2013); en el Multimedia Art Museum de Moscú, 2012; en el Oceanographic Museum de Monaco, 2012; en el Kunsten Museum of Modern Art Aalborg de Dinamarca, 2012; en la Fondation Beyeler de Basel, 2009; en la Gross Michael Foundation en Dallas, 2009; en el British Museum, 2008; en la Fondation pour l’art contemporain de Montreal, 2007; en el Groninger Museum, 2006; en MACRO, Roma, 2006; en el Irish Museum of Modern Art de Dublin, 2004; en la Tate Liverpool, 2002; en la Fondazione Prada en Milán, 2000; en el Kunstverein Hannover en 1999 y en la Tale Gallery de Londres, 1995.
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CAC MÁLAGA PRESENTS THE FIRST MAJOR SOLO EXHIBITION IN A
SPANISH MUSEUM ON MARC QUINN
The first major solo museum presentation in Spain of British artist Marc Quinn at CAC Málaga will include a selection of new and recent works that continue Quinn’s investigation into some of the key concerns of our age. Violence and Serenity curated by Fernando Francés, focusing on such wide-ranging themes as notions of identity, mapping and our biological and cultural evolution, Quinn’s work incorporates a range of media including sculpture, painting, tapestry, photography and drawing. Marc Quinn lives and works in London. In collaboration with the British Council.
12 September to 30 November 2014
Quinn first came to international prominence in the 1990s when he produced some of the period’s most iconic works such as Self (1991), a sculptural self-portrait made using his own blood, and Incarnate (1996), which is included in this exhibition. Since then, an uncompromising use of materials and a conceptual rigour combine in works that address, head-on, our biological mortality, the diminishing state of the natural world and the overriding power of human desire.
For Fernando Francés, Director of the CAC Málaga: “The natural course of life and scientific advances intended to avoid destruction and death come face-to-face in Marc Quinn’s work and his oeuvre precisely reflects what reality prefers not to reveal. Military conflicts taking place around the world are notably present in his latest series (…) Beauty in death and violence, representations of bodies and living beings impossible to find in nature, displaying themselves to the human eye as they have never done before, portraits made from DNA: in sum, Marc Quinn’s work invites us to constantly challenge the principles and pillars of human knowledge. The viewer enters a laboratory in which science succumbs before art and death before eternal beauty”.
This exhibition will centre around a new body of work entitled The Toxic Sublime, distorted landscapes that blur the boundaries between painting and sculpture. In these works, Quinn begins with a contradictory process: a sublime image of a beautiful sunrise, applied to a sheet of aluminium, is submitted to a process of ‘toxic’ disintegration, alteration and decay through a layer of spray paint and repetitive sanding. As part of this lengthy process, Quinn adds in elements to his composition from the ‘real’ world of the street, such as chains or pothole covers, which are placed under the work during the sanding so that their ghostly outlines appear in the image. Moreover, holes, lines and striations in the surface of the work are amplified by a process of bending and folding the aluminium. The resulting paintings – although retaining the elements of a landscape or seascape, with their horizontal, tonal gradations – have the physical presence of sculpture, appearing more like discarded remnants from a physical disaster or simply gnarled detritus gathered from our immediate environment.
In The Creation of History and History Painting series, which comprises oil paintings on canvas and jacquard tapestries, Quinn again returns to an ancient form of art, the history painting, but brings it right into the present day by focusing on how our subjective response to and collective memory of contemporary events can create our historical past. In these works, Quinn selects familiar media images of recent conflict – such as images of masked rioters in Istanbul, protestors in Rio de Janeiro, and anti-austerity demonstrators in Greece – and repaints them in large-scale canvases. Individuals are focused on and singled out with fluid and exuberant splashes of colour which both obscures and heightens the tension within each image. Although the works comment, in some way, on the all-pervasive and intrusive nature of our media, they nonetheless remain intimate portraits of individuals who are actively caught up in history. Quinn’s tapestries continue this idea, being an almost literal manifestation of the notion of history as an interweaving of different threads or stories, as well as a modern-day, analogue version of the pixelated, media image.
Notions of identity and control, aggression and submission are present in Labyrinth Painting (MQ300 CR) (2012) and in the iris paintings and sculptures, in which detailed images of a human iris are transformed into a kind of microscopic map of an individual’s identity. The Labyrinth paintings also incorporate a form of identification, our fingerprint, referencing the relentless attempts to control individual movement and freedom in an uncontrollable world.
Themes of mapping continue in Towards a New Geography (Orebody) (2014), which presents the world as contingent, its map simply a metaphor for something that is constantly fluid and evolving. These new geographical zones, which are painted in black oil paint but appear similar to the stains of real oil itself, tentatively suggest the effects of ongoing national and geographic change, whereby economic and political forces haphazardly shape, and reduce, the natural world.
The work Self Portrait after Zurbarán (The Shadow) (2014) forms part of a series of paintings in oil on canvas where the artist depicts himself in various street guises, either with his own eyes or with the eyes of others. These self-portraits call into question how certain choices of clothing and ‘uniforms’ of street culture can elicit immediate responses in the mind of the viewer, framing the sitter as a recognisable ‘type’, regardless of who the actual person really is. Likewise, Quinn’s recent series of concrete sculptures such as Id (2012), Zombie Boy (City) (2011) and The Beauty of Healing (2014) depict contemporary anti-establishment figures such as rioters in masks, ‘hoodies’ or tattooed travellers. In Life Breathes the Breath (Inspiration) (2012), Quinn portrays himself as a Buddha-like glowing figure, sitting cross-legged on the floor, dressed in the uniform of urban youth – jeans, hoodie and a cap – contemplating an upturned skull as if looking straight into the abyss of his own mortality.
These notions of mortality, flesh and death as well as the concerns of still life as memento mori are continued in both the Flesh painting series and the new ‘carving’ sculptures formed from different types of precious stone. The Flesh Paintings point to one of Quinn’s most consistent themes: our reliance on and relationship to nature and to our own mortality. In these works, animal flesh is painted in close-up, creating purely abstract works that emphasise the beauty of nature’s own patterning but, at the same time, bringing the viewer face to face with their own fears and repulsion from death. The painting depicts dead meat in a literal manner, but in such close-up that the unctuous folds and detailed marbling make for beautiful and opulent images. Similarly, in The Invention of Carving (2013), a sculpture of an oversized Spanish Serrano ham in pink onyx inspired by the meat sculptures of the Ch’ing dynasty (1644-1911), Quinn marries the idea of our appetite for food with our appetite for art, questioning both their evolution and mutual correlation.
In Stealth Desire (Etymology) (2013) and The Architecture of Life (2013), Quinn also uses the forms of natural ‘ready-mades’ which he modifies through the process of recent three-dimensional technology. The Architecture of Life adopts one of the most perfect pre-existing sculptural forms: a shell, which is enlarged and cast in bronze. The inside of the sculpture is highly polished, its reflective depths contrasting with the textured rings on the outside which represent its natural age, creating a synchronisation of past and present in one unique form.
Marc Quinn is one of the leading artists of his generation. His sculptures, paintings and drawings explore the relationship between art and science, the human body and the perception of beauty, among other things. In 1991 Quinn came to prominence with his sculpture Self (1991); a cast of the artist’s head made from his own frozen blood. Other acclaimed works include Alison Lapper Pregnant (2005), exhibited on the fourth plinth at Trafalgar Square, London, and Siren (2008) a solid gold sculpture of Kate Moss displayed at The British Museum, London. He has shown internationally in museums and galleries including Tate Gallery, London (1995), Musée Océanographique, Monaco (2012) and Arter, Space for Art, Istanbul (2014).
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