Michael Sailstorfer es ya mucho más que una promesa del arte alemán. Dos exposiciones, en Bélgica e Inglaterra, dan muestras de la calidad y coherencia de su trabajo. Michael Sailstorfer obtuvo el aplauso unánime de la crítica y el público alemanes cuando presentó en 2006 sus primeros trabajos en la galería Johann Koenig de Berlín, una de las más potentes de la ciudad, aunque su obra ya pudo verse en la Manifesta que tuvo lugar en San Sebastián en 2004. Nacido en 1979 en la localidad bávara de Velden, su precocidad no pasó inadvertida en un círculo artístico internacional y pronto se sucedieron las exposiciones en instituciones de primer nivel. Este 2011 parece que será un año de éxitos. A las exposiciones actuales en Gante y en Oxford se une la que le dedicará la Kunsthalle de Nürenberg el próximo otoño.
El proceder habitual en el trabajo de Sailstorfer es el de seleccionar objetos pertenecientes al acervo cotidiano y descontextualizarlos para situarlos en un plano entre romántico y surreal. El artista quiere revelar ese otro lado aparentemente oculto en lo anodino, la poesía que nos vela y nos niega lo cotidiano. También consolidada en el ideario del artista está la exploración de los lazos que unen tecnología y poesía, la posible utilidad de las cosas y el significado (a menudo absurdo) que les confiere.
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Michael Sailstorfer
S.M.A.K. Gante, Bélgica. Hasta el 3 de julio
Modern Art Oxford. Hasta el 22 de mayo