Murakami pertenece a una generación de artistas que comenzaron a destacar durante el auge económico que vivió Japón a finales de la década de 1980 y cuyo lenguaje pictórico recurre a motivos ligados a la cultura popular. Su obra transmite una visión crítica de la sociedad japonesa actual, el legado de la tradición cultural del país, su evolución tras la Segunda Guerra Mundial y su relación con el mundo occidental, especialmente con EEUU. En sus escritos acuñó el estilo artístico “Superflat”, término que ha servido también para calificar su obra, y que, además de caracterizarse por la bidimensionalidad, critica la propia estructura del arte, desdibujando los límites entre la alta y baja cultura.
Desde el pasado 13 noviembre Murakami presenta su primera exposición individual en Roma, compuesta por dos grandes pinturas épicas monocromáticas, cada una integrada por nueve paneles y de dieciocho metros de largo. Si bien estas pinturas acrílicas monocromática se salen de la paleta tecnicolor habitual de Murakami, el artista continúa atraído por una amplia gama de influencias, desde los símbolos religiosos japoneses hasta el popular videojuego japonés “Blue Dragon”. La escala de las pinturas de Murakami pone de relieve la intensidad psicológica necesaria para crear una imagen que provocó fuertes reacciones cuando se colocó por primera vez en siglos hace un templo japonés.
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TAKASHI MURAKAMI
Gagosian Gallery (Roma)
13 noviembre 2010 – 15 enero 2011